Resumen La vida individual que se consolidó en el pensamiento biológico occidental coincide mucho con las concepciones legales y políticas modernas del individuo. En medio de controversias geológicas, estas nociones del individuo como sujeto de derecho resultan insuficientes para afrontar los desafíos del Antropoceno, ya que la política, el derecho y otras categorías humanas ya no pueden concebirse como cerradas en sí mismas. Resultan así pertinentes algunos diálogos posibles entre aquellas y los debates en biología, proponiendo una politización de la naturaleza para así esclarecer algunas de las desviaciones de la naturalización de una política en la que el ejercicio de gobernar poblaciones implica una intervención directa en los procesos de extracción y manejo de los recursos naturales. Parece que la teoría de la simbiogénesis aún tiene mucho que aportar a este debate, especialmente por sus confluencias con las agendas socioambientales del nuevo constitucionalismo latinoamericano y reivindicaciones sobre la tierra. La propuesta de la unidad evolutiva simbiogénica puede tener implicaciones no solo para las historias evolutivas, sino también sugerir sujetos colectivos cuya autonomía se construye históricamente ligada a diferentes relaciones de vida y muerte.